Más que una megainversión necesitamos una megactitud
Me preocupa que pasen estos 10 o 15 años de estabilidad económica y no se haya aprovechado la oportunidad para cerrar
brechas y ser como otros en países
hermanos con altos índices de desigualdad, pienso en Brasil y México, que si
bien han tenido y tienen un crecimiento económico, poseen altos niveles de inequidad y exclusión social.
¿Es eso inevitable? ¿Es inevitable
que cuando un país empiece a crecer necesariamente solo las personas con más habilidades y oportunidades, con mejor capital humano y social puedan sacar el jugo a un periodo de bonanza y que millones de
personas no puedan aprovechar esas oportunidades para alcanzar condiciones de
vida más dignas y romper el círculo de la pobreza?
Es por ello que cada vez más me convenzo de la necesidad de construir estructuras solidarias, es decir, estructuras sociales y económicas fundadas en la solidaridad y en la igual dignidad y derecho a l acceso de todas las personas.
Creo que hoy en día se están realizando esfuerzos
para mejorar . Pero muchas veces, si uno quiere cambios reales esos esfuerzos
económicos y humanos, no son suficientes. Porque cerrar brechas que se han generado en más de cien años no se
hace logra solo con una megainversión sino con una megaactitud, una actitud de todo un pueblo en el que todos se
involucran con todos.
Implica no solo que cada uno renuncie a un
poco del dinero ganado, para aportar, quizás, en impuestos un poco más, la
reforma tributaria es un tema nuclear en toda reforma del estado, sino también a renunciar a un tiempo, tiempo
de descanso y ocio merecido, para darlo al servicio de los demás, mediante miles y múltiples tipos de asociaciones que
debiéramos generar para que las personas sean solidarias. Viene a mi mente lo
sorprendentemente institucionalizado que está el voluntariado en algunos países.
Es normal que un joven ofrezca 4 a 6 horas semanales de manera constante a
alguna asociación. Recuerdo a Grabiele,
un muchacho de 18 años que conocí en Florencia que todas las semanas daba un
tiempo al Pronto Socorso, el servicio
de Emergencia del hospital, algunas veces
también en durante toda la noche. Recordemos que el ser humano es un ser de
hábitos y de contextos, si generamos un contexto que empuje a la solidaridad
las personas serán solidarias, más aún cuando es parte de su naturaleza. Existen
innumerables experiencias e investigaciones que
apoyan esta afirmación. Sin mencionar cómo las estrategias de marketing y
publicidad han modelado la vida de las personas.
Por ello creo que lo que falta a las reformas
actuales es ofrecer a todos los ciudadanos de todos los estratos sociales y
económicos mayores oportunidades y espacios para ser solidarios, para vivir esa
gratuidad que nos hace más personas. Digo todos los estratos sociales y
económicos porque el ser solidario no es
solo un privilegio de los que tienen más tiempo
o dinero. La solidaridad es una actitud que se vive en cualquier momento,
es una decisión. Por eso podemos afirmar que lo que le falta a la reforma peruana
es ofrecer espacios para la solidaridad,
espacios que sean asequibles,
atractivos, muy concretos, para todos los tiempos, niveles de actitud y edades.
Sin esa dimensión, creo que vamos a contemplar
cómo cada año crece una triste brecha de aprendizajes, de salud, de pobreza,
con el consecuente crecimiento de los niveles de inseguridad ciudadana. Y
crecimiento del número de personas que pudiendo haber tenido niveles de vida
más dignos para ser un poco más felices no lo fueron. Por otro lado, millones
de personas que pudieron ser más felices, ser más ellas mismas, sirviendo,
luchando por sus hermanos necesitados, tampoco lo fueron. Cuando no se vive la solidaridad todos
pierden, pero siempre pierden más aquellos que se encuentran en condiciones
delicadas.