Desidia e ineptitud inmorales
Interesante artículo del Instituto Peruano de Economía . Denuncia la dolorosa muerte de niños inocentes frente a la ineptitud de los gobiernos regionales. Más adelante dice: “Pero también somos responsables los demás, que nos escandalizamos de ver en nuestro televisor cómo mueren niños que viven en el medioevo en plena era del conocimiento, pero que no actuamos para cambiar las cosas”.
Muy cierto, ¿qué estamos haciendo para cambiar esa injusticia que se repite año a año frente a nosotros?
Desidia e ineptitud inmorales
En lo que va del año se han reportado un millón 871 mil 139 casos de neumonía en todo el país, según estadísticas recientes del Ministerio de Salud. De estos, 22,568 casos corresponden a niños menores de cinco años. (El Comercio, 25/07/1010)
En varias ocasiones hemos resumido la teoría económica sobre las denominadas fallas de mercado -monopolio natural, bienes públicos, externalidades y asimetrías de información- que justifican la intervención del Estado en la economía.
También hemos citado la teoría de elección pública sobre las llamadas fallas de Estado, asociadas a los incentivos políticos que enfrentan las autoridades. La economía es una ciencia social, cuyo objeto de estudio son los individuos o su comportamiento en grupos. No es una ciencia "dura" que utiliza un riguroso método científico para el análisis de conceptos abstractos u objetos inanimados. Dicho esto, sin embargo, se puede afirmar que la teoría económica está bastante bien asentada para los temas mencionados. En nuestro medio, las airadas discusiones entre "expertos" sobre si el Estado debería intervenir en la economía o no, solo nos recuerdan que los "especialistas" no somos tal cosa en realidad. O porque nunca entendimos, o porque estamos desactualizados o, porque como ocurre con mucha frecuencia, ignoramos la teoría y la evidencia empírica por nuestro "sesgo ideológico" o razones más mundanas.
La teoría económica es más ambigua al precisar en qué medida, habiendo atendido las fallas de mercado y Estado, se debe sacrificar eficiencia para buscar más equidad. De hecho, la economía del bienestar que comprende estos temas no considera lo que es -economía positiva-, sino lo que debe ser -economía normativa-. Es, digamos, la fundamentación económica que utilizan típicamente la mayoría de congresistas en los proyectos de ley que perpetran. Usualmente se considera que los dos extremos de cuánto énfasis poner en la equidad son John Stuart Mill y John Rawls -las contribuciones económicas de Karl Marx fueron seriamente cuestionadas por la Escuela Austríaca hace más de un siglo-. Rawls sostiene que las autoridades públicas deberían preocuparse por maximizar el bienestar de la persona que tiene menos bienestar en la sociedad. Es decir, alguno de los niños que se morirán por el friaje esta noche.
Raya en lo demencial que las autoridades regionales, especialmente las de Puno, donde la devastación del friaje es recurrente, hayan vuelto a recordarnos qué tan lejos estamos de ser un país de Primer Mundo, como lo sugirió Gastón Acurio en una alentadora entrevista reciente. Son justamente las autoridades regionales quienes tienen la competencia de la salud, que administran con ineptitud: volvieron a tener problemas para prevenir, vuelven a ser incapaces de atender la emergencia y vuelven a apuntar su dedo acusador al "agobiante centralismo limeño". Los congresistas y funcionarios que diseñaron pobremente un proceso de regionalización a marchas forzadas, sin pilotos, evaluación o transparencia, también son responsables. Pero también somos responsables los demás, que nos escandalizamos de ver en nuestro televisor cómo mueren niños que viven en el medioevo en plena era del conocimiento, pero que no actuamos para cambiar las cosas.
Las autoridades están evaluando políticas públicas para que, ojalá, esta sea la última vez. Primero, incluir a (todos) los distritos afectados por el friaje en el Programa Juntos, que llega a 638 de los 842 distritos más pobres del Perú. Segundo, extender el programa Chacra Productiva -una parte del programa privado Sierra Productiva- a los distritos más sensibles, que son perfectamente identificables y "focalizables". Pequeños sistemas de riego tecnificado o establos con techos más bajos aislados térmicamente con plásticos, por ejemplo. Recordemos que se puede utilizar un décimo del presupuesto de inversión para financiar programas de apoyo productivo como estos. Tercero, hacer programas piloto con otros componentes de Sierra Productiva -proyecto que el Presidente Regional de Puno rechazó- como plásticos para aislar térmicamente las casas o biogas producido con estiércol para cocinas y calentadores. Finalmente, se está evaluando desplazar temporalmente a los niños de las zonas más sensibles a ciudades intermedias, donde el Estado financiaría su alimentación, vivienda, educación y salud. No es obvio que haya la oferta de servicios para hacerlo, sin embargo. Tampoco es claro qué tan efectiva sea esta medida dados los costos sociales de desplazar a los niños, alejándonos de su familia y entorno.
Muy cierto, ¿qué estamos haciendo para cambiar esa injusticia que se repite año a año frente a nosotros?
Desidia e ineptitud inmorales
En lo que va del año se han reportado un millón 871 mil 139 casos de neumonía en todo el país, según estadísticas recientes del Ministerio de Salud. De estos, 22,568 casos corresponden a niños menores de cinco años. (El Comercio, 25/07/1010)
En varias ocasiones hemos resumido la teoría económica sobre las denominadas fallas de mercado -monopolio natural, bienes públicos, externalidades y asimetrías de información- que justifican la intervención del Estado en la economía.
También hemos citado la teoría de elección pública sobre las llamadas fallas de Estado, asociadas a los incentivos políticos que enfrentan las autoridades. La economía es una ciencia social, cuyo objeto de estudio son los individuos o su comportamiento en grupos. No es una ciencia "dura" que utiliza un riguroso método científico para el análisis de conceptos abstractos u objetos inanimados. Dicho esto, sin embargo, se puede afirmar que la teoría económica está bastante bien asentada para los temas mencionados. En nuestro medio, las airadas discusiones entre "expertos" sobre si el Estado debería intervenir en la economía o no, solo nos recuerdan que los "especialistas" no somos tal cosa en realidad. O porque nunca entendimos, o porque estamos desactualizados o, porque como ocurre con mucha frecuencia, ignoramos la teoría y la evidencia empírica por nuestro "sesgo ideológico" o razones más mundanas.
La teoría económica es más ambigua al precisar en qué medida, habiendo atendido las fallas de mercado y Estado, se debe sacrificar eficiencia para buscar más equidad. De hecho, la economía del bienestar que comprende estos temas no considera lo que es -economía positiva-, sino lo que debe ser -economía normativa-. Es, digamos, la fundamentación económica que utilizan típicamente la mayoría de congresistas en los proyectos de ley que perpetran. Usualmente se considera que los dos extremos de cuánto énfasis poner en la equidad son John Stuart Mill y John Rawls -las contribuciones económicas de Karl Marx fueron seriamente cuestionadas por la Escuela Austríaca hace más de un siglo-. Rawls sostiene que las autoridades públicas deberían preocuparse por maximizar el bienestar de la persona que tiene menos bienestar en la sociedad. Es decir, alguno de los niños que se morirán por el friaje esta noche.
Raya en lo demencial que las autoridades regionales, especialmente las de Puno, donde la devastación del friaje es recurrente, hayan vuelto a recordarnos qué tan lejos estamos de ser un país de Primer Mundo, como lo sugirió Gastón Acurio en una alentadora entrevista reciente. Son justamente las autoridades regionales quienes tienen la competencia de la salud, que administran con ineptitud: volvieron a tener problemas para prevenir, vuelven a ser incapaces de atender la emergencia y vuelven a apuntar su dedo acusador al "agobiante centralismo limeño". Los congresistas y funcionarios que diseñaron pobremente un proceso de regionalización a marchas forzadas, sin pilotos, evaluación o transparencia, también son responsables. Pero también somos responsables los demás, que nos escandalizamos de ver en nuestro televisor cómo mueren niños que viven en el medioevo en plena era del conocimiento, pero que no actuamos para cambiar las cosas.
Las autoridades están evaluando políticas públicas para que, ojalá, esta sea la última vez. Primero, incluir a (todos) los distritos afectados por el friaje en el Programa Juntos, que llega a 638 de los 842 distritos más pobres del Perú. Segundo, extender el programa Chacra Productiva -una parte del programa privado Sierra Productiva- a los distritos más sensibles, que son perfectamente identificables y "focalizables". Pequeños sistemas de riego tecnificado o establos con techos más bajos aislados térmicamente con plásticos, por ejemplo. Recordemos que se puede utilizar un décimo del presupuesto de inversión para financiar programas de apoyo productivo como estos. Tercero, hacer programas piloto con otros componentes de Sierra Productiva -proyecto que el Presidente Regional de Puno rechazó- como plásticos para aislar térmicamente las casas o biogas producido con estiércol para cocinas y calentadores. Finalmente, se está evaluando desplazar temporalmente a los niños de las zonas más sensibles a ciudades intermedias, donde el Estado financiaría su alimentación, vivienda, educación y salud. No es obvio que haya la oferta de servicios para hacerlo, sin embargo. Tampoco es claro qué tan efectiva sea esta medida dados los costos sociales de desplazar a los niños, alejándonos de su familia y entorno.
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