El arte de la resta curricular: de Picasso a los cuatro fines esenciales del aprendizaje
¿Y qué pasaría si restamos en vez de sumar? ¿Qué ocurriría si volvemos a lo esencial en lugar de seguir agregando elementos para enfrentar la complejidad de los aprendizajes curriculares?
La lección de Picasso: el arte de la resta
El 5 de diciembre de 1945, Pablo Picasso comenzó un dibujo detallado y realista de un toro (Ver imagen 1). A lo largo de 11 etapas, trabajando hasta el 17 de enero de 1946, fue simplificando progresivamente la forma hasta llegar a una representación minimalista y abstracta. En uno de los pocos casos donde conservó todas las versiones anteriores, podemos observar cómo fue decantando lo esencial de lo accidental y superfluo, yendo directo a la sustancia hasta alcanzar la esencia pura del toro.
Imagen 1: Pablo Picasso, Le Taureau (serie de 11 litografías), 1945–46
¿Qué pasaría si en educación aprendiéramos a decantar y desmantelar las herramientas curriculares? ¿Si como Picasso nos convirtiéramos en maestros de lo esencial y maestros de la resta curricular?
Una historia de advertencia: los hermanos Collyer
Homer y Langley Collyer fueron dos hermanos que se cuidaron mutuamente toda la vida. Pero tenían una obsesión peligrosa: la adición compulsiva (Imagen 2). Guardaban todo al punto que uno murió aplastado por una pila de periódicos y el otro falleció días después de hambre. Los policías tardaron casi un mes en entrar a su casa en Harlem debido a la cantidad de objetos que impedían el acceso.
Esta historia me preocupa porque refleja lo que puede ocurrir con el currículo si seguimos agregando elementos, dispositivos y herramientas sin criterio. Tengamos cuidado de que estudiantes y docentes no mueran aplastados por contenidos y sobrecarga curricular, víctimas del vicio de sumar sin sentido.
La sabiduría del ADN: cuatro elementos para toda la vida
El ADN humano, con toda su increíble complejidad, se basa en solo cuatro elementos: Adenina (A), Timina (T), Guanina (G) y Citosina (C). Cuatro letras que crean toda la diversidad de la vida. Los grandes sistemas vivos funcionan con elementos básicos que se combinan de maneras extraordinarias.
¿Y si en educación, con toda su complejidad, también pudiéramos volver a lo esencial?
El consenso global: hacia los aprendizajes fundamentales
Hoy existe un consenso emergente sobre los aprendizajes esenciales para el siglo XXI. La UNESCO y el Banco Mundial hablan de aprendizajes fundacionales, la Fundación Hewlett propone seis competencias clave, y Michael Fullan plantea las 6 C con su iniciativa de Nuevas Pedagogías para el Aprendizaje Profundo. No necesitamos reinventar la rueda.
En la tabla 1 se muestra un comparativo entre las competencias planteadas por la Fundación Hewlett y la propuesta de Fullan y el Currículo Nacional de la Educación Básica del Perú.
Tabla 1.
Comparación de las competencias propuestas por Fundación Hewlett, Fullan y el Currículo peruano.
Propongo una síntesis aún más simple: cuatro elementos clave como el ADN del nuevo sistema educativo, inspirada en las reflexiones de Santiago Rincón Gallardo.
Los cuatro fines esenciales de la educación
Estos fines son tan simples como milenarios:
- Conocerse a sí mismo: Como decía el oráculo de Delfos, la esencia de la vida humana es desarrollar identidad y autoconocimiento.
- Cuidar de otros: Somos seres comunitarios por naturaleza. La educación debe enseñarnos a cuidar y proteger a otros.
- Transformar el entorno: Tenemos un sentido de propósito que nos impulsa a mejorar nuestra comunidad y el mundo a través de acciones concretas.
- Aprender a aprender: En un mundo de cambio acelerado, desarrollar habilidades metacognitivas es fundamental para adaptarse y crecer continuamente.
¿Qué pasaría si nos enfocáramos en medir estas capacidades esenciales? ¿Si evaluáramos el carácter, la fuerza interior, la resiliencia y las habilidades para aprender rápido en un mundo que cambia constantemente?
La limitación humana como guía
El científico George A. Miller descubrió que los humanos solo pueden retener siete elementos en la memoria de trabajo. Un docente no puede manejar infinitas competencias y capacidades, pero sí puede enfocarse en estos cuatro fines, preguntándose al final del día: "¿Cuánto he ayudado a que al menos uno de estos fines ocurra en la vida de mis estudiantes?"
Los padres también pueden tener claridad sobre estos objetivos fundamentales.
Un llamado a la resta
Esta es una exhortación a ir a lo esencial, para que no nos ocurra como a los hermanos Collyer: atrapados bajo montañas de contenidos, competencias y capacidades mal entendidas que terminan aplastando a estudiantes y docentes por igual.
La sociedad necesita personas curiosas, motivadas, inquietas como Leonardo da Vinci. Pero esto solo es posible si como sociedad nos ponemos de acuerdo en ir a lo esencial, en dominar el arte de la resta curricular.
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