La cuestión docente


Conversamos en una clase hoy el tema de la carrera pública magisterial, y la verdad me quedan más interrogantes que certezas.

Lo que está claro es que la Ley de CPM del Perú, que podía haber sido una instancia de desarrollo profesional, tiene más características de herramienta reguladora y utilitaria, y eso es triste.

Interesante la crítica que se hizo, en torno a cuestiones de fondo, se ha hecho una ley, pero no sabemos todavía qué tipo de docente buscamos. Chile por lo menos antes de hacer su ley de carrera (que se debate en julio) hizo el Marco para la buena enseñanza, consensuado entre varios actores (Gremio, colegio, sociedad y Ministerio), así como su Marco para la Buena Dirección para directores, aunque sea todavía reducido y no abarca toda la amplitud que un docente en la vida real tien que desarrollar (desde consejero matrimonial hasta asistente social). En el caso peruano es una omisión intencional seria. Porque se va a evaluar, se va a certificar, se va a hacer muchas cosas, pero no se sabe qué se quiere, no se sabe qué se espera de esa persona. Alguno dirá el Diseño Curricular Nacional. Pero ¿el DCN es lo que se espera de un docente? desarrolla las competencias que debe tener un docente o es una recopilación de las capacidades que debe tener un niño, que es muy distinto a lo del docente. alguno dirá, pero de allí se deduce, pero esa deducción implícita no es tan fácil y tan evidente.

Entonces concluimos que se quiere una ley de carrera, pero ‘para qué’, cuál es el docente del tercer milenio que queremos, digo queremos, porque, se supone, debe de haber una visión común, tarea que no hemos realizado todavía. Avanzamos así como el cangrejo, si es que la hacemos.
Luego se vuelve sobre un debate no resuelto, ¿la formación docente debe de ser disciplinar o metodológica? Relacionado con el punto anterior. Debe ser un mero transmisor de conocimientos u otra cosa. A lo que yo me pregunto ¿es posible ser un transmisor de conocimientos en un mundo en el que los conocimientos se duplican cada seis meses? ¿Entonces que sea un metodólogo de la enseñanza?

¿Cómo se redefine el trabajo docente en un mundo donde se redefine el mundo del trabajo a como se veía antes? Como internet y las TICs están redefiniendo también el nuevo trabajo docente, así como se abren camino nuevas modalidades de trabajo. ¿Una ley de CPM del siglo XXI no debería contemplar quizá esta nueva situación?

Otro tema interesante es el de los promotores de políticas. El promotor de política que dio inicio a esta ley de CPM fue Juan Abbugathas en el año 2001. Sería interesante estudiar cuál es la visión que tienen un determinado promotor y cuán similar es la ley a cómo la imagino el promotor de política, sin hablar de la otra promotora de política que fue Gloria Helfer, que podríamos decir es la madre de la Ley General de Educación (2003), habría que investigar también el porqué lo hacen, cuáles son sus motivaciones? Para luchar para que el tema educativo entre en la agenda gubernamental y la agenda decisional (las propuestas que se hacen ley y tienen presupuesto). Abbugathas también fue el presidente y fundador del Grupo de Iniciativas para la Calidad de la Educación Superior (GICES), que elaboró el SINEACE, otra ley que busca la mejora del sistema por medio de la rendición de cuentas (otra pregunta de yapa ¿Cuánto la accountability realmente ayuda a la mejora del sistema?). Abbugathas convocó a José Rivero que llegaba después de años de trabajar en la UNESCO, para que elabore de manera participativa una propuesta de ley para el magisterio.



Pero me quedaron dos preguntas de fondo.

¿No será el momento de dejar de pensar en lo “nacional”? ¿existe realmente lo “nacional”? ¿Una ley de Carrera para todos por igual? O como todos palpamos existen una diversidad de pueblos con diversidad de culturas. En las que una profesión docente tiene que ser encarada de distintas maneras en lo social, económico, cultural, y legislativo.

Mi otra interrogante que puede sonar un poco avezada para algunos. Una autora propone que el problema del docente empezó cuando empezó a ser un asalariado del estado. Y me pregunto, ¿no será quizás esa parte de la solución el hacer que el docente deje de ser un asalariado del estado, y en esta sociedad del siglo XXI repensemos también la figura de la remuneración docente y deje de ser un burócrata y funcionario público y se genere una nueva manera de vivir la profesión docente en beneficio de los docentes mismos, su desarrollo intelectual, personal y su despliegue social?

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