Custodia y cultiva la pasión de todos: el nuevo rol del estado y la sociedad

 

Quiero compartir historias de transformación que sustentan la siguiente idea: el rol de las instituciones es custodiar, cultivar y empoderar el liderazgo de todas las personas. Me refiero a la instituciones en general, pero de manera específica a la reconfiguración y rediseño del sistema educativo. El mismo que debiera generar normativas y acciones que liberen y empoderen los intereses de estudiantes y docentes.

Las personas de las historias que presento a continuación han creado iniciativas que existen y tienen vida por puro interés y convicción.

Primera historia: En el 2015 Dante León, cuando era estudiante en el colegio Mayor Presidente participó en torneos de debates compitiendo con colegios privados. Ya en la universidad se decide, junto con otros compañeros, difundir este tipo de competencias para las escuelas públicas. Es así que deciden fundar una organización que permita hacer debates en los que participen escuelas públicas y privadas. Hoy en día su organización, Didáctica, agrupa a 70 colegios públicos y privados que participan en el concurso. En la foto es el último de la derecha.

Segunda historia: En el año 2016 el profesor Joe Yovera del colegio público Juana Alarco de Dammert acogió la inquietud de dos sus alumnas, Antonella Luque y Dayan Hilario, de empezar un club de debate. Ellas tenían el interés y él supo escuchar, custodiar y acoger ese interés. Esa tradición se mantiene al día de hoy. Además, se sumaron a la iniciativa de Dante León y se ha fortalecido en la escuela al punto de ser el colegio coordinador del torneo, junto con la universidad de Lima, del VIII Torneo Nacional de Debate 2022.

Como se sabe el debate desarrolla muchas habilidades necesarias para el mundo de hoy: aumenta el liderazgo, capacidad de argumentación, pensamiento crítico, rapidez mental, creatividad y capacidad de improvisación, entre otras.

La respuesta desde los márgenes

Una segunda reflexión es que el sistema ya no da resultados, pero los márgenes están ofreciendo las respuestas. El caso del club de debate es una actividad de los márgenes, fuera de las estructuras. No estaba en las normas oficiales ni en las estructuras. Fue una iniciativa fuera del núcleo del sistema. Lo que demuestra que el cambio de la escuela pública es posible, más que por normativas por la libertad y convicción de personas en sus propios intereses.

Dayan Hilario se apasionó tanto con el debate que ha creado una Escuela Peruana de Líderes Empoderarte. Esta organización agrupa a otros jóvenes interesados en la oratoria y el debate. Ella actualmente estudia derecho en la PUCP y lidera estos concursos de debate en varias regiones del país. El día sábado que la conocí en el torneo nacional de debate estaba haciendo seguimiento a dos torneos paralelos más. El torneo de Moquegua y el primer concurso nacional de Oratoria en Ayacucho. En ese momento vino a mi mente la idea de Ivan Ilich sobre el poder transformador del cada persona al afirmar que el recurso más extendido es la capacidad de acción de cada persona.

Es por ello que cada vez me convenzo más que si desatamos el potencial y pasión de cada persona ocurrirán cosas inimaginables para bien de la propia persona, su familia, la sociedad y el planeta. Las instituciones deben se asumir su nuevo rol, su rol liberador de dicho potencial en todas las dimensiones de la vida humana: en salud, transporte, energía y aprendizajes.

Al día siguiente del torneo de debate pude escuchar otra historia inspiradora en la maratón de Lima. El caso de Antonio Arroceros, que es para mí un ejemplo claro de ciudadanía empoderada y transformadora. Él había practicado deporte desde joven, pero con el tiempo dejó de hacerlo. En el año 2016 fue diagnosticado por una enfermedad hepática, le detectaron barro biliar. Le dieron dos opciones: operarlo o que haga deporte. Eligió la segunda opción, hacer deporte y empezó a correr todos los días. Ello hizo que sane totalmente su enfermad, pero no ocurrió solo eso. Su entusiasmo y testimonio de entrenamiento diario fue contagiando a su barrio en Villa del Salvador, un distrito limeño, hasta formar un grupo permanente de corredores. Un total de 30 personas que se han inspirado y corren todos los días de 5:30 a 7:00 am. De esos 30 él es responsable como entrenador de 15 de ellas. Cada una me contó con entusiasmo, cómo su vida ha mejorado con el deporte. Pude saludar a algunas del grupo que habían hecho la maratón de 10 o 21 k mientras daban ánimo a los compañeros que se desafiaron a realizar la de 45 k. Eran personas de todas las edades.

Eran personas que iniciaron un cambio personal por el contagio de Antonio. Y ese cambio personal impactó en la vida de otras personas como sus familias y amigos. Así como Antonio, se pueden encontrar probablemente en esta maratón historias de cambio y mejora personal por una mejor salud y bienestar. Esa maratón fue una iniciativa de diversas fuerzas entre ellas la empresa privada y la sociedad civil. Los más de 18 mil participantes provienen de asociaciones, clubes de barrio, grupos de amigos, como el caso de Antonio, personas con una pasión común, el correr. Cada uno con historias distintas, pero con un mismo interés. Era una gran comunidad de aprendices sobre el running.

Para mí esta maratón fue una fiesta de aprendizaje, de aprender a vivir y disfrutar la vida con el deporte. Esta fiesta es un momento para mostrar públicamente las habilidades desarrolladas en meses y meses de preparación en pequeñas comunidades de aprendizaje. Se han preparado mucho tiempo antes y, para algunos es un hábito de muchos años. Para todo ello se ha debido de preparar y mejorar los hábitos de alimentación, de sueño y el hábito de salir a correr todos los días. Lo que vienen haciendo es uno de los fines de la educación y de todos los currículos del mundo, y lo han hecho sin la obligatoriedad de los sistemas, por pura voluntad y libertad. Como se sabe el sistema viene fracasando reiteradamente en formar a las personas para una vida saludable. Fracasa por tratar de insertarlo en sus estructuras organizativas desfasadas. Baste solo ver el crecimiento de los índices de obesidad. El 53,8 % de peruanos mayores de 15 años tiene sobrepeso según el Instituto Nacional de Salud. Además, en Lima Metropolitana 5 % de la población tiene diabetes mellitus diagnosticada, sin contar aquellos que no saben que la tienen.

Entonces, esta fiesta deportiva es un signo claro de que el cambio y la mejora de la salud es posible. Estos corredores están sanos y llevan una vida saludable. El estado y las instituciones debieran ayudar, fomentar y catalizar espacios como estos. Más que inventar los suyos se debe fortalecer iniciativas ciudadanas.

Conclusión

Tanto la experiencia del profesor Yoe que, desde el sistema, supo acoger y desarrollar el interés de sus estudiantes fuera del horario escolar o, de Antonio Arroceros que, desde su interés personal y su gusto por el correr, pudo contagiar de manera natural a un grupo de personas para entrenar todos los días, nos muestran que la mejor manera de educar hoy en día es respetando la libertad de aprender y custodiando el interés de cada persona.

Es por ello que la ciudadanía empoderada y apoyada por las instituciones puede hacer grandes transformaciones. El nuevo rol de las instituciones es empoderar a las personas como artífices de su propia salud y bienestar. Para ello el estado tiene que retroceder y dejar de querer hacerlo todo y comenzar a apoyar las miles de iniciativas en todos los campos que vienen ocurriendo. Dejar lo que sabe y le gusta hacer que es volverlo todo norma o reglamento y empezar a constituirse en una suerte de catalizador, conector, broker de buenas ideas para que todos puedan aprender de todos.

¿Qué pasaría si la escuela en vez de imponer su currículo, decide rescatar las pasiones e intereses de los docentes? Ayudar a cultivar su pasión y que la comparta y contagie primero a los estudiantes y luego a la comunidad ¿Qué pasaría si vemos a cada docente como un creador e innovador potencial? Probablemente, pasarían cosas que nunca hemos imaginado ni esperado.

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