APEC y luego qué...


Caminaba por la calle con mi hijo en hombros el día de ayer. Cuando pasaron dos buses repleto de funcionarios de rasgos orientales con el logotipo de APEC que miraban atentos todo lo que podían este país que los acoge desde hace unos días. Me llamó la atención la mirada absorta que hacían a todo lo que aparecía alrededor.

Dicho encuentro generó en mí algunas interrogantes. Preguntémonos ¿Qué es lo que quiere el Perú? ¿Qué ofrece a estos empresarios y gobiernos del mundo?, más allá de ser una sede agradable para un encuentro internacional. De la respuesta que se dé a dicha pregunta se configurará un sistema educativo. Se viene hablando de cinco nuevos tratados de libre comercio el próximo año con Corea del Sur, Australia, Japón y los países de Centroamérica; el tratado con China es prácticamente un hecho. Nuevos panoramas para el país.

A mi reflexión se suma la hecha por Alfredo en su último artículo, que invito a revisar, donde un muchacho del colegio le comenta:

’O sea que si el Perú sigue creciendo a este ritmo, cuando yo tenga 35 años no corro peligro de ser pobre’. No pude menos que sonreír ante el comentario de Santiago, que iba medio en serio y medio en broma, pero lo que me quedé pensando es que definitivamente los chicos y chicas que se preparan para salir del Colegio lo hacen con una perspectiva de país y de futuro totalmente distinta a la que teníamos la generación de sus padres hace relativamente pocos años (Draxl, A. Mirando al futuro. 19/11/2008)

Como podemos ver se pinta un nuevo contexto un nuevo futuro para el Perú, que no pasa desapercibido para los muchachos nuestras escuelas.

Vuelvo a mi reflexión, ¿Qué queremos como país? ¿Queremos quedarnos siendo exportador de materias primas? Si la respuesta es sí entonces no hace falta una gran cantidad de personas formadas con alto nivel. Sino un grupo de personas que dirijan la extracción y otras que sean mano de obra barata y sin mucha calificación para enviar la materia prima fuera del país. No hace falta un sistema educativo de alta calidad, sino formar escuelas de élite y selectivas, como hace Estados Unidos o Alemania y una educación regular o mediocre para la mayoría.

Si la respuesta es no, entonces cambia la perspectiva si lo que see quiere ser exportador de materias primas, pero darle progresivamente un valor añadido que aumente los beneficios para todos. Entonces se requiere invertir drásticamente en mejora de aprendizajes.

El día que se entienda que los costos para el estado de la poca inversión en educación en un niño peruano es muchísimo más alto a la larga. Puesto que esa persona con pocas calificaciones y pocas habilidades está destinada a mandos operativos con pocos ingresos. Mientras que al otro, con más habilidades, se le abre un universo de posibilidades. Los estudios de TIR (Tasas Internas de Retorno) nos ofrecen abundantes evidencias al respecto.

Vale la pena invertir más en educación, vale la pena dedicarle tiempo, no solo recursos económicos, sino darle prioridad. Ofrecer al país una meta de aprendizajes y revalorización de la escuela pública y del docente público. Y creérsela realmente, estar convencidos de que el oficio de maestro es muy complejo.

Se habla de la prioridad educativa, pero qué estamos haciendo para subir la moral del encargado de dicho cambio. El docente que está cansado, mal pagado, endeudado, desconcertado frente a tantos cambios en tan pocos años, insultado por la sociedad, con un estatus social muy bajo, ¿Qué hijo de empresario o de profesional exitoso quiere ser profesor?, recuerdo que cuando decidí estudiar educación, me dijeron “¿para qué eliges esa carrera, acaso quieres ser “pobresor” toda tu vida?”.

¿Así vamos a cambiar el Perú, así vamos a priorizar la educación? ¿Así vamos a entrar en las economías APEC con pie derecho? Pues yo creo que no. Se puede hacer algo, pues sí, mis últimos post (Mejoras de aprendizajes en reformas a gran escala, Breakthrough to Literacy en Zambia El caso de Pratham en la India para le mejora de aprendizajes, la National Literacy and Numeracy Strategy, la reforma de Ontario) han ido demostrando la posibilidad de reformas a gran escala. Son posibles y se deben hacer. Son un deber. La reforma a gran escala es un DEBER. Debemos hacerla porque se lo merecen los niños, porque podemos marcar un futuro distinto. Faltan políticos convencidos, que crean que se puede entrar a reformar el aula y no sólo construir aulas o implementar tecnologías. Existen políticos de ese tipo, por supuesto, pero con uno sólo no se cambia un país. Faltan líderes a todo nivel que impulsen una reforma efectiva. Un desprivatizar el salón de clases y darle a la enseñanza precisión, darle al aprendizaje personalización y darle al docente un aprendizaje profesional continuo y en el contexto, estos tres elementos unidos por un un sueño concreto y común que congregue a toda la sociedad. Con una reforma de ese tipo, en 11 años podemos esperar una generación que no tendrá nada que envidiar al finlandés en aprendizajes. Y en 3 años, que no tenga nada que envidiar al chileno o colombiano.

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